Beijing está rodeada de autopistas que forman anillos de circunvalación.

Las avenidas están flanqueadas por  edificios  extensos en superficie. A menudo encontramos túneles o puentes para facilitar el cruce de peatones.

En las autopistas el tráfico es denso y en las horas pico suele ser pesado como en cualquier gran ciudad del mundo.

En las autopistas podemos ver maceteros con flores regadas por goteo.

En las calles y avenidas se mezclan bicicletas y automóviles de última generación.

Hay muchos modelos de automóviles Audi color negro. El estado le suministra a sus funcionarios ese modelo y color de vehículo.

El idioma que se habla en Beijing es chino mandarín. En otros lugares de china se habla chino cantonés y son tan distintos que hasta los mismos habitantes tienen problemas para comunicarse entre si.

En Beijing es necesario contratar guías de turismo ya que la mayoría de la gente no habla otros idiomas. En nuestro caso la guía que contratamos era estudiante de español en la universidad y manejaba el idioma aceptablemente. El problema de esos paseos guiados es que indefectiblemente lo llevan a sitios para comprar: El Palacio de la Seda, La Fábrica de Cloisoné, la Fábrica de Jade, etc.etc…

La guía tuvo la  deferencia de escribirnos en chino distintas opciones de lugares que podíamos visitar en nuestro tiempo libre. Le mostrábamos el papelito a un taxista y nos llevaba hasta el lugar requerido sin problemas.

Es muy difícil ir de compras porque no se conoce  el valor de las cosas. A los chinos les gusta regatear. Pueden llegar a pedirle 650 yuanes por una prenda de vestir y usted termina llevándola por 50 yuanes.

Aquí vemos el frente del famoso Pearl Market. Allí se dan cita los turistas que desean comprar copias de grandes marcas. El regateo es imprescindible.

por Mirta Fenandez